LA HISTORIA DE LOS PRIMEROS VIBRADORES

LA HISTORIA DE LOS PRIMEROS VIBRADORES

Aunque nos parezcan un producto de la era moderna, lo cierto es que los vibradores llevan entre nosotros varias décadas. El juguete sexual tiene su origen en la época victoriana más puritana y conservadora, un dato curioso teniendo en cuenta los usos que actualmente le damos a este artículo propio de cualquiertienda erotica.

La historia de los primeros vibradores nos ofrece una interesante visión de cómo era tratada la mujer en aquella época. Los médicos no eran muy amigos de tratar a sus pacientes de sexo femenino. La medicina era una profesión altamente masculinizada y ciertamente machista, a las mujeres se les veía demasiado emocionales y apenas había una discusión racional para los posibles problemas o trastornos que sufrían en aquella época. Los pocos tratamientos que existían en la época no eran tratados con credibilidad profesional ni prestigio, ya que, paralelamente a la profesión médica, existían un gran número de charlatanes que viajaban de pueblo en pueblo vendiendo supuestos remedios y tónicos para las enfermedades más comunes de la mujer.

Generalmente estas enfermedades comunes tenían su origen, según los médicos de la época, en un único problema característico del propio sexo femenino: “la histeria”. Los médicos, a cualquier síntoma o queja femenina, lo denominaban como irracional y lo achacaban a un trastorno nervioso. Algunos de sus síntomas eran los dolores de cabeza o el insomnio. La mayoría de mujeres que acudían al médico en aquella época con alguno de estos síntomas, eran diagnosticadas con la enfermedad de neurastenia. Para los hombres, sin embargo, este trastorno estaba asociado con el exceso de trabajo y la masturbación.

Los médicos de aquella época, a los que no les gustaba demasiado tratar a sus pacientes femeninas, encontraban la “histeria” ciertamente frustrante. Muchos médicos sugirieron que, posiblemente, las mujeres se sentirían mejor “si participaban en las relaciones sexuales hasta su conclusión natural con el orgasmo masculino”. Pero dado que la penetración vaginal no satisfacía a la mujer, los médicos recurrieron a otras soluciones.

Al principio, los médicos realizaban de forma natural un masaje en el clítoris, hasta que la mujer experimentaba un orgasmo, aunque en aquella época no estaba reconocido como tal, y se “sintiese aliviada”.

El aumento del número de pacientes que reclamaban estas “curas” empezó a desesperar a los médicos. Aunque resultase todo un negocio que beneficiaba a sus bolsillos, lo cierto es que también les resultaba agotador, así que empezaron a desarrollar una forma “mecánica” que proporcionara el alivio a sus pacientes.

LA HISTORIA DE LOS PRIMERO VIBRADORES ( Parte 2)

La historia de los primeros vibradores resulta fascinante, extraña y sorprendente. Un juguete sexual que hoy tenemos tan asumido en nuestras relaciones sexuales y nuestra vida sexual individual, en su momento fue pensado como una cura a una sintomatología muy curiosa que los médicos habían detectado en sus pacientes femeninas. La conocida en la época victoriana como “histeria femenina” dio paso a uno de los juguetes eroticos más utilizados tanto entre las mujeres, como en los hombres.

En el 1869, los inventores de la época desarrollaron pequeñas máquinas de vapor a modo de masaje para los consultorios médicos. Pocos años después, en el 1900, los médicos ya contaban con una amplia variedad de dispositivos para elegir y así aliviar el “tedioso masaje manual” que realizaban a sus pacientes femeninas aquejadas de la famosa “histeria”. Aquellos primeros vibradores vieron la luz en 1905, eran más pequeños que los que se utilizaban en las consultas médicas y, expedidos por los propios facultativos a modo de tratamiento, permitían a las propias mujeres utilizarlo por si mismas para curar su “histeria”:

Las empresas vieron en estos primeros vibradores todo un buen negocio, y rápidamente se empezaron a ver los primeros anuncios y publicidad sobre estos aparatos con lemas como “Todos los placeres de tu juventud palpitan dentro de ti”. Los primeros vibradores eran comercializados como “masajeadores para casa”.

El precio de estos vibradores era realmente económico para las mujeres, ya que incluso los modelos de gama más alta no costaban más de cinco o seis visitas al médico. Curiosamente, algunos empezaron a pensar, de manera lógica, que aquellos aparatos hacían algo más que curar y empezaron a cuestionarse si aquellos dispositivos caseros estaban atentando contra la moralidad de las mujeres. Estas, ajenas a cualquier comentario serían comprando de manera popular los vibradores de la época, eso sí, tan sólo podían adquirirlo las mujeres de clase media, que disponían en sus hogares de electricidad necesaria para poner en funcionamiento los vibradores.

Aunque realmente aquellos aparatos conseguían más que un “alivio sintomático para una supuesta enfermedad femenina”, los vibradores de la época seguían siendo considerados para los médicos y para todos los efectos, como un dispositivo asexual pensado como tratamiento para un trastorno específico. En las primeras décadas del siglo XX, la sexualidad para la profesión médica sólo se manifestaba con la penetración vaginal de un miembro masculino.

Por aquella época la mujer no necesitaba el sexo por placer, como si disfrutaban los miles de hombres que acudían a los burdeles de las ciudades. El sexo femenino sólo era por razones de necesidad materna, pero nunca por placer. La mujer carecía de naturaleza sexual, de hecho, aquellos orgasmos femeninos provocados por aquellos “masajeadores” que no eran más que primeros vibradores, no eran considerados como tales, sino como un simple alivio. El “fantasma” de la masturbación femenina no sobrevoló la mente de los hombres hasta bien entrado el siglo XX.

EL VIBRADOR Y EL " FANTASMA DE LA MASTURBACIÓN FEMENINA " . LA HISTORIA DE LOS PRIMEROS VIBRADORES (Parte 3) 

Aunque se haya avanzado mucho en la manera de pensar acerca de la sexualidad femenina, todavía es el día en el que muchos médicos todavía cuestionan si será que una mujer ande en bicicleta, ya que el asiento podía inducir un a un placer, considerado un “riesgo moral inaceptable”.

Los vibradores que fueron creados, con idea de que fuesen “tratamientos para la histeria femenina” en la época victoriana no contemplaban la posibilidad de que, en realidad, producían no un alivio como se creía, sino un verdadero y placentero orgasmo femenino. Pero algunos años después, algunos hombres empezaron a sospechar de la verdadera utilidad que le daban sus mujeres a esos supuestos “masajeadores”. Fue entonces cuando empezó a sobrevolar en sus mentes el fantasma de la masturbación femenina.

Aunque se intentó, sin éxito, desexualizar el vibrador para conseguir que mucos hombres eliminaran todos aquellos temores expresados sobre la sexualidad femenina, el vibrador seguía siendo un objeto de uso habitual para muchas mujeres de clase media. La masturbación estaba en lamente de muchos estadounidense durante el siglo XX. Hombres como Theodore Roosevelt estaban preocupados por que la práctica de la masturbación femenina pudiese atentar con la fuerza, la virilidad y la moralidad del hombre.

Así que, a pesar de su popularidad, los vibradores desaparecieron del mercado en la década de 1920. Estos dispositivos fueron creados para las mujeres de clase media, pero en una nación tan racial y étnicamente diversa como la de Estados Unidos, muy pronto la mujer de clase obrera descubrió para qué podían realmente servir aquellos vibradores.

La industria pornográfica estaba semi-legalizada y algunos estados contaban con luz verde para filmar algunas películas en 1910. Con  la incorporación de las nuevas tecnologías, y la producción de películas a gran escala, no se tardó en incorporar el vibrador , destruyendo la idea que aún se podía tener de aquellos dispositivos y vinculándolos directamente con la sexualidad humana, y más concretamente con la femenina. Fue entonces cuando la conexión entre placer sexual y vibradores se estableció y desapareció su idea como tratamiento médico contra la histeria. Curiosamente, no fue hasta la década de los 70 cuando el vibrador volvió con fuerza abanderando el derecho a la libertad y el placer sexual, convirtiéndose así en el juguete erotico de uso común que es considerado hoy en día.

La historia de los primeros vibradores también refleja la hostilidad masculina hacia los cuerpos de las mujeres y su sexualidad, la suposición de que las quejas médicas de las mujeres estaban por debajo de lo que los hombres tomaban en serio, y la negación y la represión de la sexualidad femenina a favor del placer masculino, envuelto en un discurso de ciencia y medicina.

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